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El auge del sector de la neurología y los implantes: Los proyectos que ponen la semilla del hombre-máquina

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«Aumentar los poderes humanos no es nada nuevo. En cierta manera, hace ya tiempo que inventos como la radio y el teléfono amplían las capacidades humanas, al igual que las lentes y las prótesis normales y corrientes», aseguraba el prestigioso neurólogo Antonio Damasio en relación a la vinculación entre el ser humano y la tecnología. Pero lo cierto es que esta conexión es cada vez más estrecha, hasta asomarse ya al territorio de la fusión.

Los proyectos de Elon Musk (a través de la empresa Neuralink) o Mark Zuckerberg para hacer uno hombre–máquina han vuelto a poner el foco de la atención en las posibilidades y los límítes de la tecnología aplicada a la neurología. Lo que implica también una carrera entre Estados Unidos y China por hacerse líder en el terreno mental, donde trabajos europeos también destacan y se plantea un internet de las cosas en el cuerpo.

Un estudio de la empresa Kaspersky Lab de 2021 revelaba que el 76% de los españoles estaría dispuesto a implantarse un chip para mejorar su capacidad cerebral

Un futuro en marcha que no parece dar miedo. Un estudio de Kaspersky Lab de 2021 revelaba que el 76% de los españoles estaría dispuesto a implantarse un chip para mejorar su capacidad cerebral. Al margen de estos escenarios a largo plazo, ya hay propuestas más aterrizadas en el sector de la biotecnología que atraen la mirada del mercado. De hecho hace tan solo unos días se conocía que tres parapléjicos volvían a caminar un día después de recibir un implante electrónico del equipo de Grégoire Courtine de la de la Ecole Polytechnique Fédérale de Lausana (EPFL), en colaboración con el de Jocelyne Bloch, del Hospital Universitario de Lausanne.

Un hito médico que abre nuevos caminos

Andrea Gálvez pertenece al grupo que se encargó del proyecto y explica a ABC: «nuestro cerebro es un mecanismo de impresionante plasticidad, puede readaptarse y reorganizarse. Y usamos estimulación eléctrica de la médula espinal mediante electrodos. Y esos electrodos van conectados a un estimulador como un marcapasos.

Gálvez explica que esta es la parte implantable, la otra parte es cómo nosotros nos comunicamos con ese estimulador. «Desarrollamos unos programas de estimulación personalizados, que lo que hacen es `jugar´ con los electrodos implantados en la médula para tener claro cuáles son los mejores programas de estimulación lo que hace que las piernas reaccionen, que los pacientes puedan estar erguidos, hacer bicicleta, incluso boxeo. El tronco se activa. Esto es un gran paso, pero no es una cura, porque en pacientes con lesión medular completa en el momento que el dispositivo se apaga se pierde el beneficio». Matiza que la idea es hacer accesible esta tecnología a múltiples centros y escalar el número de pacientes y que esté cubierta por los sistemas de salud. «La tecnología fue desarrollada por nosotros al lado de la compañía llamada Onward. Y el marcapasos requiere un cambio de batería cada cuatro años con una cirugía mínimamente invasiva», señala Gálvez. Un logro en un sector en crecimiento en el que no falta el acento español.

Una empresa española que esta abriendo caminos pioneros en este ámbito es Inbrain. uno de sus fundadores y director científico, José A. Garrido, explica que la compañía trabaja en el desarrollo de implantes neuronales fabricados con grafeno. La empresa surgió tras «una inversión pública del proyecto Graphene Flagship de 2013 de la Comisión europea, que lanzó dos grandes proyectos de mil millones cada uno: uno para explorar las posibilidades comerciales del grafeno y el otro era el Human Brain Project», una iniciativa que trabajaba en reproducir tecnológicamente las características del cerebro.

«Nuestra tecnología fue madurando, y en 2018 vimos que se podía pasar del laboratorio a algo más comercial» explica Garrido. Según Inbrain solo en Europa el coste de los trastornos cerebrales es de aproximadamente 800.000 millones de euros al año, con más del 35% de la población afectada. En torno al 35% de los pacientes son refractarios al tratamiento farmacológico, y quedan sin una solución terapeútica útil. Las interfaces cerebrales existentes están basadas en metales responsables de considerables efectos secundarios y provocan el rechazo en un 50% de los pacientes. En cambio, asegura que su tecnología afina más, porque el grafeno permite hacer implantes más pequeños,flexibles y eficaces.

Fronteras superadas

«En este terreno de los implantes hemos llegado nuevos ‘players’ del ámbito de la Deep tech lideradas por personas más visionarias que buscan la frontera del conocimiento, ya esté en el espacio o en el cerebro», apostilla Garrido. InBrain también está unida en un consorcio Merck, una asociación que ha dado lugar a la empresa Innervia, explica Ro bert Spoelgen, jefe de Merck Bioelectronic. El proyecto está enfocado a enfermedades crónicas que están relacionadas con el mal funcionamiento de órganos periféricos, como la diabetes, enfermedades inmunitarias.

Garrido explica que normalmente esa enfermedades se han tratado con fármacos, pero en los últimos años crece la opinión científica de que «el mal funcionamiento de ese órgano que provoca la dolencia puede venir de una mala comunicación con el cerebro. Hay un interés de las empresas farmacéuticas en desarrollar tecnologías mínimamente invasivas que se conecten a los nervios y producir un efecto positivo. El porcentaje de pacientes que tienen enfermedades crónicas es grande. Esto va a expandir mucho la exploración de nuevas tecnologías implantables, y aumentar la inversión de ‘pharmas’ que tienen músculo económico, acelerando la tecnología».

Principio prometedor

Por su parte Frederic Llordachs-Marqués, cofundador de Doctoralia y fundador de Doctomatic, considera que logros como los de Lausana son un «principio prometedor y el sueño de muchos tecnólogos, incluso el ejército estadounidense tiene una división llamada Darpa que se dedica a este tipo de investigaciones. Al fin y al cabo está en juego ser capaces de sustituir un órgano tan vital como es el sistema nervioso, tanto central como periférico, y conseguir la movilidad. El otro gran reto es la alteración de la memoria mediante el uso implantes neuronales. Estamos en el principio del principio, como un doctor Frankenstein que estuviera probando qué se puede hacer para regenerar funciones. Nos queda camino por recorrer», comenta.

Llordachs-Marqués explica también que se está observando que en depresiones graves el uso de electricidad de baja frecuencia con implantes modifica el comportamiento de las personas. Procedimientos invasivos o no invasivos, como los cascos o diademas neuronales de las españolas Bitbrain y Neuroelectronics, intentan abordar estas problemáticas de depresiones resistentes a los fármacos o la pérdida de movilidad. Rafael Yuste, español a cargo del proyecto Brain, comenta desde hace tiempo las oportunidades de avanzar en el conocimiento del cerebro, pero también las amenazas, como la posibilidad de hackear nuestros cerebro y alterar nuestra memoria. De ahí la necesidad de desarrollar una legislación a la medida.

Hay proyectos que se acercan también al concepto de Silicon Valley de investigar e invertir en tecnología relacionada con la longevidad y la búsqueda de la ‘vida eterna’ o el uso de telepatía para afienzar la relación cerebro-máquina. De hecho Elon Musk llegó a anunciar que su empresa había conseguido que un mono, gracias a un chip cerebral, jugase a un videojuego de manera telepática.

Más al alcance de la mano parece la aplicación de estas soluciones biotecnológicas en enfermedades degenerativas a nivel neurológico. En el caso del párkinson ya se están haciendo implantes para que haya una especie de marcapasos que evite esos temblores.

Aunque parezca todo ciencia ficción, este tipo de tratamientos se están consolidado en España, donde IBM Research ha creado un proyecto de ‘Descubrimiento Acelerado’ para dar un impulso extra a iniciativas de distintos ámbitos, como el sector médico. Alessandro Curioni, vicepresidente de IBM Europa y África, explica que «el objetivo es acelerar enormemente los descubrimientos científicos con la ayuda de la IA, la nube híbrida y la computación cuántica. Uniendo fuerzas con otros socios de la industria, organizaciones y líderes de ideas afines en la academia y la investigación».

Desarrollos a flor de piel que evitan epidemias

En este panorama, mientras Europa busca tomar posiciones, China se suma a la carrera de las interfaces neuronales con Neuramatrix, en la línea de Neuralink y su otro competidor estadounidense Synchron. Proyectos que persiguen conectar el cerebro humano a una computadora para combatir enfermedades y manipular máquinas o prótesis robóticas a través del pensamiento. Es la idea del internet de las cosas en el cuerpo.

En el Viejo Continente aún no se ha llegado tan lejos, pero hay países en los que los implantes bajo la piel ya no son una rareza. En Suecia, por ejemplo, más de 5.000 personas llevan un chip subdérmico para hacer pagos en el metro, usar la impresora o abrir cerraduras. Muchas características que ahora realiza un móvil.

En esta actividad de implantes subdérmicos, España también tiene sus iniciativas. Es el caso de la startup hispano-sueca DSruptive, especializada en este tipo de diseños. «Lo que estamos desarrollando es una plataforma en la que con un implante subdérmico podemos monitorizar tu propia salud con parámetros como la temperatura. Te implantas el sensor de 2 kb de memoria, del tamaño de un grano de arroz ,y simplemente con una aplicación de un móvil que tenga NFC acercándolo a la mano puedes ver tu temperatura corporal», afirma el emprendedor almeriense Juanjo Tara, cofundador de esta compañía. Otra posible aplicación sería detectar los cambios hormonales en una mujer para descubrir sus días fértiles. Además el Karolinska Institutet confirmó que es seguro para la gente, útil para el entorno médico y para el diagnóstico remoto. Y la idea es ampliar las funcionalidades e incluir más sensores en el futuro

Los implantes de DSruptive no necesitan batería y podrían durar hasta veinte años dentro del cuerpo, dado que no se activan a menos que se acerque el teléfono para leer la temperatura. Han podido almacenar la información de contacto, el link de Linkedin, el pasaporte Covid y se irán guardando cosas cada vez más complejas. El perfil de DSruptive abarca desde mujeres y hombres de 18 años a 60 años. «Casi mil personas están usando nuestros implantes de prueba y queremos lanzarlo al mercado al final de este año». Y un distintivo de su proyecto es un led de colores que se activa con el chip que es una medida antihackeo, unido a que para poder acceder al dispositivo uno tendría que estar a veinte milímetros de distancia como máximo.

Señala que con la pandemia y la regulación de la temperatura ha aumentado el interés a nivel privado porque esta tecnología puede evitar en un futuro una pandemia porque si en una cierta ciudad sale que una cantidad de usuarios importante tienen una elevada temperatura es indicativo de que algo está pasando en esa zona.

Tara advierte que nos estamos quedando fuera de la carrera de la digitalización: «Todo a nuestro alrededor es cada vez más inteligente y crear tecnología específica para mejorarnos a nosotros es un campo que creo que va a crecer mucho». La idea del hombre conectado ya no parece el guion de una película futurista de ‘serie B’.

Fuente: ABC