La Meningitis es una inflamación o infección de las membranas que recubren el cerebro y la médula espinal.
El desarrollo de la enfermedad puede ser muy rápido (de 24 a 36 horas), por lo que es extremadamente importante llevar al niño al hospital para que el tratamiento comience de inmediato y puedan minimizar el riesgo de presentar secuelas como parálisis cerebral, retraso psicomotor, sordera, convulsiones e incluso la muerte.
La Meningitis por neumococo es una de las más frecuentes y serias, ya que muchos de los niños que la padecen (alrededor del 20 por ciento) mueren, o puede dejar secuelas graves como las nombradas. Debido a la frecuencia y a la gravedad es muy importante prevenirla con la vacuna contra el neumococo.
Existen distintos organismos que producen Meningitis, como virus, hongos y bacterias. La vacunación contra la bacteria Haemophilus influenzae Tipo B, disminuyó mucho la incidencia de meningitis por esta causa quedando el neumococo como el principal agente bacteriano causante de esta enfermedad.
Las personas con más riesgo de padecer una Meningitis por neumococo son los niños menores de cinco años y, sobre todo, los bebés de menos de dos años, en estos últimos, su sistema inmunológico es inmaduro e insuficiente para luchar contra esta bacteria.
Entre los factores de riesgo que pueden predisponer se encuentran los niños que no se han alimentado con leche materna, quienes concurren a jardines maternales o conviven con otros niños, también son más susceptibles de contraer la enfermedad.
También están en riesgo quienes tuvieron recientemente neumonía u otitis.
En caso de contacto con enfermos, se recomienda:
- Lavado frecuente y cuidadoso de manos.
- No compartir cubiertos o vajilla con la persona enferma.
- En instituciones, como salas cuna, internados, hospitales u otras, se debe desinfectar superficies y objetos que hayan tenido contacto con el paciente con una solución de agua con cloro.
El virus coxsackie B es el principal causante de meningitis.
Los síntomas de la Meningitis
Aunque pueden ser diferentes en cada persona, en general incluyen fiebre, dolor de cabeza intenso, rigidez del cuello, fotofobia, somnolencia o estado de confusión, náuseas y vómitos. Si la infección es causada por coxsackie o echovirus, se presenta una erupción similar a la rubéola.
Los síntomas intestinales y respiratorios, en cambio, pueden ser causados por enterovirus propiamente tal. En niños pequeños es más difícil identificar los síntomas, que pueden incluir fiebre, irritabilidad, dificultad para despertar o rechazo a la alimentación.
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